Halong Bay en el barco del capitán Haid

Cuenta una antigua leyenda vietnamita que un dragón descendió a la tierra y al caer golpeó con su cola el suelo creando muchas grietas y valles que después cubrió el mar. Según los vietnamitas así se creó la Bahía de Halong: una bahía llena de rocas, islas y formaciones kársticas que se elevan sobre el mar. Está compuesta por algo más de 3.000 islas y cada una de ellas es diferente. 
Halong Bay es el motivo por el que la gente visita Vietnam, y no es de extrañar, ya que es uno de los paisajes más bonitos del mundo. Está compuesto por algo más de 3.000 islotes, entre los que podemos encontrar cuevas inmensas, lagunas escondidas y un montón de playas desiertas.


La mayoría de la gente que visita la bahía de Halong lo hace en viajes organizados mediante agencia, en barco de lujo porque la mejor forma de conocer la bahía es a bordo de un "junco", una antigua embarcación china que incluso el mismo Genghis Khan utilizó.
Nuestra idea para ver Halong Bay también incluía el junco, pero no el viaje organizado ni los acompañantes extranjeros.
Los viajes en agencia suelen costar sobre unos 200$ por persona durante dos días, pero nosotros lo conseguimos por unos 180$ los dos durante dos días. La diferencia de precio es considerable y las comodidades también.
Tan pronto como llegamos a Cat Ba Island fue lo primero que organizamos, era el objetivo de nuestro viaje. La verdad, es que no miramos ni comparamos precios y si lo hubiésemos hecho puede que hubiésemos encontrado algo mejor. Lo tramitamos todo con el Hotel Cat Ba Dream, allí nos enseñaron una foto del barco y acordamos el precio.

A las 7:30 de la mañana recogimos nuestras cosas y nos dispusimos a abordar el barco, nuestro nuevo hogar durante los dos próximos días. Nos recogieron en el hotel dos motoristas para llevarnos al puerto de Ben Beo, desde donde saldría el barco.

El barco del capitán Haid

En cuanto apareció el barco nos percatamos de las diferencias con el de la foto, sin duda era el mismo, pero ya no mostraba el carisma de sus viejos tiempos. El tiempo no había sido generoso con él.

La primera impresión fue de enfado, nos sentíamos estafados, el barco estaba demasiado deteriorado. Pero como ya lo habíamos pagado y la tripulación era muy amable, nos resignamos. Ahora sé que fue una sabia decisión y aunque me hubiesen ofrecido otro barco no lo hubiese cambiado por nada.

Es cierto que el barco no mostraba el carisma de sus viejos tiempos y que carecía de comodidades, pero la tripulación era muy amable. No obstante, pronto pudimos comprobar que el resto de barcos que surcaban la bahía no eran mucho mejores que el nuestro.

Con el capitán Haid, capitán Lane y Laug

Así fue como conocimos al capitán Haid y a su esposa Laug, nuestros guías y anfitriones a bordo del barco.

El paisaje de Halong es impresionante, me quedo sin adjetivos para describirlo, simplemente es uno de los lugares más bonitos que existen en la tierra. No es de extrañar que por ello sea una de las "7 maravillas naturales del mundo".
Aún así, aunque sea un lugar maravilloso, está muy sucio y descuidado. Las playas y el agua, en general, están llenos de botellas y desechos de todo tipo. He podido observar que la gente que vive allí tira todo al agua, supongo que o no están concienciados sobre la ecología o no tienen un sistema de recogida de basuras.

Comprando la cena

Por la tarde visitamos la cueva de la sorpresa, una gran caverna atravesada por un riachuelo. La cueva es muy grande y bonita, pero lo que más me gustó fueron las vistas sobre la bahía. Pasamos el resto de la tarde nadando y tomando el sol de playa en playa.

Por la noche dormimos en una piscifactoría porque llovía mucho y el capitán Haid decía que el barco tenía muchas goteras. Allí conocimos al capitán Lane, un amigo de nuestro capitán.
Durante la cena conversamos mucho y probamos el vino de arroz en profundidad. Así descubrimos que el capitán Haid era un excombatiente, era capitán de un barco en la guerra. Se sentía orgulloso porque había luchado en tres guerras y había ganado las tres.

El capitán Lane había sido su compañero en la última guerra, habían luchado juntos durante muchos años y así fue como se fraguó su amistad.

La piscifactoría del capitán Lane

El capitán Lane decía continuamente: "Captain Haid, wine". Entonces nuestro capitán rellenaba unos chupitos con vino de arroz y decía "Finish" para que nos lo bebiésemos de golpe. Pero a los cinco minutos repetíamos la historia y así seguimos hasta que se acabó la botella de litro y medio del capitán Haid.

El vino de arroz tiene sobre unos 25º y se elabora de forma parecida a la cerveza.
Tras los chupitos y la cena sacaron el karaoke, la mejor diversión para los asiáticos. Durante unas horas se escucharon nuestras voces intentando cantar en vietnamita resonando en toda la bahía.

Uno de los monos de Monkey Island

Sobre las 12 de la noche nos acostamos para así poder madrugar al día siguiente, pero esa noche casi no dormimos. Escuchábamos los perros corriendo de un lado a otro (quizá detrás de algunas ratas) y a las termitas comiendo las paredes de la cabaña. Los peces también hacían ruido saltando continuamente en sus cubículos de agua a nuestro lado.

Por la mañana pusimos rumbo a Lan Ha Bay, donde paramos a comer, nadar y a hacer kayak.
Por la tarde visitamos Monkey Island en donde sólo había dos monos y un montón de turistas. Poco vimos de la isla porque estaba llena de gente y casi no había un centímetro libre en el que bañarse.
Tras esta breve parada, el Capitán Haid nos dejó en el puerto de Ben Beo dónde nos recogieron nuevamente los dos motoristas y nos llevaron al hotel de Cat Ba.

La experiencia fue increíble, la bahía de Halong es preciosa y el capitán Haid es encantador. Creo que si lo hubiésemos hecho de otra forma no lo recordaría con tanto cariño y si algún día vuelvo, volveré a alquilar el barco del capitán Haid.