"El mundo es como un libro abierto, quien no viaja sólo ha leído la primera página"

Chitwan: Buscando el rinoceronte de un solo cuerno


Chitwan es uno de los parques nacionales más importantes de Asia. Se encuentra en el Teräi, una región de Nepal, y allí es posible observar varias especies de animales en peligro de extinción. Es fácilmente accesible desde Kathmandú ya que hay varios autobuses al día y en el aeropuerto es sencillo encontrar transporte a cualquier sitio del país. 
El rinoceronte de un sólo cuerno, el cocodrilo gharial o el tigre asiático son sólo una muestra de la diversidad que se encuentra en este lugar.

Cuando llegamos al aeropuerto fuimos abordados por un puñado de taxistas que nos mostraron sus mejores ofertas, licencias y fotos de taxis tuneados. Todos querían llevarnos ya que éramos los únicos turistas a los que nadie esperaba. Decidimos coger un taxi con un precio demasiado barato porque, entre la prisa y el agobio, no pudimos pensar con mucha sensatez. Ahora sé que cuando 30 taxistas nepalíes te dicen que uno no tiene licencia, es que no la tiene. 
El resultado fue que nos llevaron a Kathmandú, a una agencia ubicada en un sexto piso sin ascensor, donde un tipo australiano nos intentó vender unos billetes de bus a Chitwan por un precio de unos 180$ cada uno. Eso era mucho más de lo que podíamos pagar!!!!
Una vez en la calle, paramos el primer taxi que pasó y le ofrecimos unos 40€  por llevarnos a Chitwan. El taxista accedió de inmediato y es que 40€ son un buen negocio en Nepal.
El trayecto de Kathmandú a Sauraha fue muy largo y aunque sólo están a 169 km de distancia dura alrededor de 5 horas. Ésto es porque las carreteras son muy estrechas y tienen muchas curvas. Por el camino nos cruzamos varios camiones volcados y es que, en Nepal, conducen a la asiática: parecen no tener límites de velocidad ni ninguna norma de circulación. No obstante, el trayecto es muy bonito y se puede observar un paisaje maravilloso.

Tiger camp
Cuando llegamos a nuestro alojamiento en Sauraha, el Tiger Camp, ya era de noche y no se distinguía lo que nos rodeaba. Mi primera impresión de Chitwan no fue muy grata, me sentía completamente aislada y no quería pensar en la de alimañas que podía haber a mi alrededor.
Dejamos las mochilas en nuestra habitación y fuimos a ver un espectáculo tribal que nos recomendaron. Éste consistía en danzas con palos de la etnia local, los Tharu, que bailaban al son de los tambores. Fue una actuación muy bonita y llena de ritmo.


Tras el espectáculo buscamos a Lalu, nuestro guía, para planificar el itinerario del día siguiente. Mientras nos hablaba de unos bichos llamados leeches y de los peligros de la selva, un muchacho se nos acercó para decirnos que había un rinoceronte bañándose en el río. Entonces salimos a la inmensidad de la noche emocionados por su búsqueda. Lalu dijo que aún podían verse sus huellas sobre la tierra y que posiblemente era una hembra que había cruzado el río en busca de comida. Yo no conseguí ver nada en la oscuridad salvo el cielo lleno de estrellas y el reflejo de la luna sobre el río, ni rastro de rinoceronte.

Río Narayani
Por la mañana nos levantamos muy temprano y en cuanto salí de la habitación me quedé maravillada. Mi primera impresión de Chitwan era equivocada, sin duda estaba ante uno de los paisajes más bonitos que he visto nunca. Se veía la cordillera himalaya, con unas montañas tan altas que mis ojos no podían ver el final cubierto por las nubes, y el río Narayani de un bonito color plata.
Nunca podré olvidar esa imagen, es una de esas imágenes que se te quedan grabadas en la retina durante toda tu vida.
Mientras desayunábamos, en el balcón frente al río, vi algo raro en el agua. Al principio, no estaba segura de si lo que veía eran los ojos de un animal o un palo, pero pronto salió y vi que se trataba de una especie de cocodrilo. Era enorme, de un profundo color gris y con una boca inmensa. Me llamó mucho la atención porque su boca era muy alargada y nunca habría imaginado que podía existir un animal así.

Lalu se acercó y me sacó de mis pensamientos para explicarme que era un cocodrilo gharial, una especie en peligro de extinción que en la actualidad sólo se puede ver en algunas zonas de Nepal y la India. Me quedé fascinada con aquel animal, era muy diferente a los cocodrilos que había visto con anterioridad. Además, en aquel momento, decidí que ya no me apetecía un baño en el río.
Tras el desayuno, cogimos una canoa en la orilla para explorar la selva y ver la reserva de elefantes.
El trekking no fue muy duro, en sólo un par de horas ya estábamos en la reserva. Allí vimos como los elefantes vivían en semi libertad, les dimos de comer y los acariciamos. Había muchos, tanto grandes como pequeños y todos muy amigables.
Tras la visita nos montamos a lomos de un elefante para hacer un safari de varias horas. Es increíble ver como son respetados por todos los animales de la selva. Lalu me explicó que la mejor forma de explorar la jungla es a lomos de un elefante ya que ningún animal se atreve a atacarles por su tamaño. Bueno, ninguno excepto el tigre, porque he visto en youtube algunos ataques de tigre a elefantes....Pero encontrarse con un tigre en Chitwan es muy complicado, casi imposible. Dicen que en las rutas nocturnas por la selva es más fácil verlo ya que es un animal que prefiere cazar de noche. 



Tras unas 5 horas de safari no conseguimos ver ni un sólo rinoceronte, nuestro principal objetivo en Chitwan. Así que, desilusionados y cansados, decidimos dejar el elefante. Nos sentimos afortunados al poder ver otros animales en su hábitat natural como ciervos y serpientes.
Al regresar junto a Lalu, le contamos que no habíamos visto ningún rinoceronte y él nos prometió que no nos iríamos de Chitwan sin ver uno. Nos propuso hacer un nuevo trekking al día siguiente, pero esta vez con él y sin elefante. Pensé que estaba un poco loco ya que toparse con un rino cuando vas en elefante es seguro, pero si vas a pie es bastante peligroso. De todas formas tenía claro que no me volvería a montar en un elefante durante mucho tiempo, estaba agotada y me dolía todo el cuerpo. Se mueven como ningún otro animal por la selva, pero cuando llevan pasajeros encima no les apartan las ramas.
Esa noche dormí genial, ni siquiera me molestó el bicho enorme que había en el tejado de nuestra choza ni los ratoncitos que intentaban colarse en mi mosquitera...


Rinoceronte de un solo cuerno
Por la mañana, tras desayunar, nos reunimos con Lalu para empezar nuestro nuevo trekking. Nos recogió en un jeep en el que iban unas chicas inglesas con las que hablamos un rato sobre la experiencia en elefante y los rinocerontes que no habíamos visto. Ellas habían tenido más suerte y habían conseguido ver uno tras sólo una hora de safari. Compartimos anécdotas sobre nuestros viajes en Nepal y observamos sus heridas de leeches. Ahí sí que habíamos salido beneficiados, ni una sola mordedura y ellas tenían el cuerpo lleno. Incluso habíamos llevado chanclas por la selva!!!!
Yo no conocía las leeches, nunca había escuchado hablar de ellas hasta que llegamos a Chitwan y Lalu nos advirtió que estaban en todos lados. Hasta ese momento no tenía ni idea de a qué animal podía referirse pero, al ver las heridas de las inglesas, me quedó claro que eran una especie de sanguijuelas pero más pequeñas.
Dejamos a las chicas en un poblado y nos dispusimos a emprender nuestro segundo trekking. Esta vez ya ibamos más preparados y habíamos sustituido las chanclas por unos playeros. 


La expedición la componíamos: Lalu, el cocinero del campamento y nosotros dos. En ese momento pensé que el cocinero se aburría mucho en la cocina y quería dar un paseo. Más tarde conocería sus verdaderas intenciones.
Tras andar una media hora, Lalu se quedó quieto y nos dijo que no hiciésemos ruido. Tenía aspecto temeroso y parecía preocupado. Empezó a mirar el suelo y los árboles. Dijo que hacía poco tiempo que un leopardo había estado allí afilado sus uñas en el tronco de un árbol. Reconozco que me asusté un poco y deseé que ya estuviese lejos porque no me apetecía encontrármelo.
Seguimos andando por la selva y observé que el cocinero se paraba a cada rato para recoger hojas y plantas. Me acerqué a él y le pregunté por el ramillete que llevaba en la mano, me explicó que eran plantas de curry.
Al poco tiempo, tras unas 2 horas de paseo por la selva, Lalu escuchó algo y se metió entre las ramas. Le seguimos muy intrigados y allí, a tan sólo unos metros de nosotros, había un rinoceronte de un sólo cuerno!!!Era enorme y se bañaba en un pequeño arroyo con toda tranquilidad. Parecía un animal de otra época y, al verlo, sentí una gran admiración por la naturaleza.
Estuvimos mucho tiempo observándolo en silencio, sacando fotos y maravillándonos con su piel que parecía una gran coraza. De repente, el rino se movió bruscamente y Lalu echó a correr. Pensamos que podría ser peligroso quedarse así que corrimos tras él. Lo encontramos en un claro a unos 5 o 6 metros y le preguntamos por qué había salido corriendo, nos dijo que era una broma. Sí, una broma....
¿¿Y el cocinero?? No estaba con nosotros en el claro. Dimos la vuelta para ir a buscarlo y, de repente, apareció tras unas ramas canturreando con un enorme manojo de curry. Increíble, nosotros preocupados por si el rinoceronte nos atacaba y él recogiendo curry para la cena....

El resto del tiempo en Chitwan lo dedicamos a comprar en el pueblo tharu y a explorar los alrededores en moto. Hay pocas tiendas, pero con muy buena artesanía. Aquí se pueden adquirir máscaras y figuras talladas en madera a mejor precio que en la India o en Kathmandú.

Tengo claro que si vuelvo a Chitwan lo haré del mismo modo: en un campamento en la selva y con Lalu como guía. No son muchas las comodidades pero es la mejor forma de disfrutar de la naturaleza.
 Ésta es una aventura que nunca olvidaré y ver a ese rinoceronte ha sido algo fantástico que no puedo describir con palabras. En Chitwan fue mi  primer acercamiento a la selva y me marcó para siempre, desde ese momento me he vuelto una friki jungle!!!

1 comentario:

  1. Es la tercera vez que intento escribirte...:-( Sólo quiero darte la enhorabuena por esta magnífica idea de escribir un blog, me encanta!! Escribes genial y las experiencias son increíbles! Algún día también me meteré en la selva a ver animales, me encantan!Besos. Saleta

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